FELIZ 347
ANIVERSARIO, CIUDAD DEL LAGO
347 años que no cuentan
cuando se tiene un origen tan remoto como los mitos que nos explican un pasado
al que la historia no ha llegado siquiera a rasguñar, un pasado que nos
reprocha constantemente que quienes vivieron en este espacio hicieron más que
nosotros; no en vano suele decirse que “cualquier tiempo pasado fue mejor”,
pues vivimos de la gloria del pasado.
La domesticación de la papa,
la oca, la quinua, cañihua y los procesos para su conservación; así como la
domesticación de la llama, la alpaca, el uso de las fibras de la vicuña, el
huanaco. La gran variedad y riqueza en el arte textil, la alfarería, la
orfebrería, tal como la cultura alimenticia, han diseñado culturas tan
complejas como la Pukara, verdadera matriz que amalgama a todos los pueblos
alrededor del Titikaka y que ha sido tan poco estudiada en su organización y en
sus demás manifestaciones.
Sin el Titikaka, la vida a
más de 3800 msnm no sería posible; esta maravilla de la naturaleza no solo
regula la temperatura, sino que educa nuestros sentidos y pule nuestro
temperamento: ninguna inclemencia del clima y de la naturaleza es más que el
temperamento que nos otorga nuestra naturaleza, pues el puneño es un luchador
innato, porque así nos hizo nuestra tierra, y en eso consiste precisamente el
valor del hombre que habita esta altiplanicie, en su temperamento indomable y
rebelde, por eso lucha frente a todo, para imponerse a toda costa.
Aquí vivieron los qollas y se
enfrentaron innumerables veces con los estropicios del tiempo y del clima, así
lo hicieron también los puquinas, los aimaras y más tarde los quechuas. Debemos
ser conscientes que el Titikaka y Puno, así como los cusqueños se reclaman ser
el ombligo del mundo andino, son el origen de todas las culturas ancestrales, y
de los mitos que las circundan, ya que la historia es apenas una pequeña niña
en faldones que empieza a caminar.
Todo se reescribe
constantemente, pero Choq´earu, ese pueblo que sembró no solo la semilla de la
papa sino de la vida, se constituye en el punto cardinal de todo origen, ya que
toda cultura necesita alimento, y por él se lanza a la conquista y la
exploración de los escenarios nuevos donde también harán florecer su
tradiciones, costumbres y demás ritualidades; así ha sido desde los tiempos
pretéritos y así ha de ser hasta los albores.
Todo lo nuestro se replica
desde los orígenes, kon, wiracocha pachawachachik, los apus, las sirenas, las
rebeliones qollas contra los centros opresores, las contactos que unifican y
diferencian, están siempre presentes como en un ciclo efervescente que
configura la identidad del puneño; quizá por eso hemos participado en todos los
conflictos identitarios y de recuperación de una autonomía esquiva. Nadie puede
negar la participación de los puneños en las gestas tupacamaristas,
pumacahuistas, en las huestes de San Martín, Bolívar, en las de Castilla, lo
mismo que en la Guerra del Pacífico, donde los puneños conformaban más del 80% de
las huestes peruanas.
Solo entre 1865 y 1930,
contamos 165 rebeliones indígenas, todas en contra del ascendente poder
gamonal. En Puno, por primera vez, se erigió la escuela rural para niños
indígenas en toda Sudamérica; en Puno aparecieron dos generaciones que marcaron
un verdadero derrotero social y cultural para la historia peruana, esa
generación de Carlos Belisario y Nicolas Oquendo Álvarez, José Antonio Encinas,
Mariano H. Cornejo, Federico More, Moises Yuchud, Eduardo Fournier, Manuel A.
Quiroga; y la segunda, la conformada por Gamaliel Churata, Alejandro Peralta,
Emilio Romero, Emilio Vásquez, E. Armaza, Dante Nava y otros, que supieron
amalgamar el temperamento de la puneñidad y hacerse sentir en los fueros
nacionales, como si se tratara de los tiempos míticos.
En materia de arte, hace
cincuenta años que las danzas puneñas reunidas en sus expresiones más notables
se presentan como un espectáculo ofrecido al mundo entero, a partir de una
iniciativa personal del doctor Enrique Cuentas Ormachea y del Instituto
Americano de Arte, plataforma cultural de entonces. El Instituto Americano de
Arte, presidido por el doctor Cuentas, formalizó una praxis tradicional
centenaria y milenaria; porque el pueblo de Puno, a través de sus elementos
constitutivos, quechuas, aymaras, puquinas, urus y mestizos, es eminentemente
festivo y bailarín. Mitos y ritos prehispánicos y contemporáneos están grabados
en el gen y en el calendario anual de sus comunidades, ayllus, distritos y
provincias. Las festividades de los santos patronos y vírgenes, que
reemplazaron con la llegada de los españoles a viejas remembranzas religiosas
de un pasado mitológico, donde el gobierno de las wacas afirmaba una
reciprocidad y profundo respeto hacia la naturaleza. Por todos es sabido que
los evangelizadores y catequizadores cristianos reemplazaron con sus santos y
vírgenes a las viejas wakas del Perú, cuya última rebelión fue la del Taki
Onkoy, en el siglo XVII.
Toda esa fuerza atávica,
paisajística, humana, ha persistido como en todos los pueblos que son fuente de
la creación de culturas originales. Hay que volver a las comunidades
ancestrales, allí donde las montañas son inaccesibles, donde las pampas se
abren a los horizontes y el habitante se recoge sobre sí mismo cuando se
cumplen los ciclos de producción agropecuaria, comunidades que vienen a la
ciudad con su mensaje de historia e inicio de los tiempos, cada primero de
febrero, a complementar a la virgen y a mostrar lo suyo.
Cincuenta años en los cuales
ha habido eventos de gloria y satisfacción para la danza puneña, como el viaje
que hiciera el “Conjunto de Danzas y Música Teodoro Valcárcel” a la ciudad de
México, donde recibió el aplauso de coreógrafos, artistas y periodistas, el
elogio del ballet Bolshoi y los importantes artículos laudatorios de José María
Arguedas, que declaran a Puno como Capital de la Danza Latinoamericana. Pero el
mayor éxito de esta embajada cultural es el haber estimulado un género musical
específico a lo largo y ancho de América Latina, incluida Bolivia naturalmente;
ballets folklóricos de poca o excelente calidad, no existe un registro
cronológico del desarrollo de esta nueva tradición, no existe, pero debería
construirse.
Y dentro de estas tareas de
construcción quedan muchos pendientes, como los museos, fototecas, sonotecas,
una tarea continua de investigación y registro. Nada somos y nada seremos ante
un mundo de recelo, de apropiación ilícita, de chauvinismo insulso, de
patrioterismo sustentado en la chilla y en la grita. Muchas son las tareas que
deben acometerse en estos años dentro de una actividad conjunta, destinada a
legitimar la propiedad intelectual de las danzas puneñas. Pero, ante todo, la
creación de cuadros administrativos del folklor, dirigentes auténticos y
desprendidos. La creación de becas para compositores, bandas, artesanos, para
gente joven y vocacional. De otra manera, todo estará perdido, nada habremos
hecho por la cultura viva que son las danzas y la música de Puno.
El culto a la Virgen de la
Candelaria en Puno, que vino a reemplazar a la veneración de San Carlos
Borromeo, santo al cual fuimos advocados, no solamente es de carácter
religioso, teológico católico, de feligresía; es sobre todo un culto, si cabe
el término -y que nadie diga que no- pagano, andino, aymara y quechua. En el
culto a la Virgen de la Candelaria se funde el culto a la Pachamama, a los
Apus, a las fuerzas de la naturaleza.
Es una fiesta andina. No es
una fiesta romana, no cumple con los estándares canónicos, y eso no está ni
bien ni mal. La creencia y la fe en la Virgen no solamente pertenecen al
espíritu en abstracto, es el estímulo diario para el habitante del Altiplano y
para la feligresía que nos visita, para continuar con el avatar del día a día,
con la circunstancia dramática permanente, con el ser y su destino. La Virgen
pertenece al imaginario de los pobres de los campos, de los trabajadores, de
las ciudades, de los estudiantes acosados por la incertidumbre, de los jóvenes
que buscan una puerta en la vida, de los visitantes que han encontrado una luz
en el camino. La Virgen de la Candelaria es el eje del imaginario puneño, a su
alrededor se construyen los íconos que orientan al espíritu de los nacidos en
este ámbito, a su alrededor está el indigenismo, como dice la marinera de
Rosendo Huirse “Tierra de artistas y poetas”, de luchadores sociales de gran
alcance, como los que participaron en la gesta de Túpac Amaru, padre de la
libertad de América Latina.
Puno ya no es solo “la
capital folklórica del Perú”, es desde siempre su capital cultural, el lugar
donde amaneció la matriz de su cultura, el origen mítico de todas las naciones
andinas, el patrimonio inmaterial de la humanidad. Pero frente a todo esto,
¿qué nos depara, qué estamos haciendo por incentivar la música, la danza, la
pintura, la literatura? ¿Qué estamos haciendo por generar desarrollo, por
impulsar proyectos de verdad y no visiones cortoplacistas, paliativas?
Puno se está convirtiendo, por la alta demografía y por las oportunidades
perdidas, en un reducto de inseguridad, donde nadie se compra el pleito, donde la
policía se organiza en bandas y empieza a desplazar a los narcotraficantes. Es
un escenario donde los sistemas de salud atentan contra los usuarios porque
desde su precaria infraestructura y sus conflictos internos empiezan a
desplegar una ofensiva campaña del desmedro de la salud; lo mismo ocurre en el
Gobierno Regional, que no tiene ningún atisbo, ningún proyecto y ninguna
intención de mejorar Puno. Así pues, no hay nada real para los puneños.
Si heredamos grandeza,
dejaremos miseria para las futuras generaciones; y una vez sentados en el
banquillo de los acusados, nos encontraremos enmarrocados por ser cómplices del
saqueo no solo físico, sino espiritual de nuestra tierra.
Desde este medio, como se
hizo desde 1928, incansablemente luchamos por el espíritu puneño, por el
desarrollo de la región; pero nos tropezamos con la indiferencia, con el morbo,
el escándalo, la deslealtad, la falta de compromiso con la tierra y la
estrechez de alma, porque aparentemente son esos elementos los que empiezan a
configurar el nuevo espíritu del puneño; ojalá estemos equivocados. Mientras
tanto, renovamos el compromiso de seguir bregando por nuestra tierra tan amada.
CONOZCA LA HISTORIA DE PUNO
Los Andes | 347 años
han pasado desde que miles de puneños, merced a la orden del virrey Pedro
Antonio Fernández de Castro, Conde de Lemos, se trasladaron hasta la ciudad
donde hoy vivimos, luego de la destrucción de San Luis de Alba, que estaba en
la cima de Laykakota (a 5km de Puno). Repasemos, ahora, cómo ocurrió todo
aquello.
Seguramente Gaspar Salcedo,
durante el resto de su vida, no dejó de pensar un solo momento en la suerte de
su hermano y de los más de 42 indios que murieron aquel 16 de octubre de 1668,
por orden del virrey Pedro Antonio Fernández de Castro, Conde de Lemos, quien
además de ello, mandó arrasar toda la ciudad de San Luis de Alba, que entonces
estaba ubicada en la cima de Laykakota.
Y es que la cabeza de José
Salcedo, ese día, fue expuesta en la Plaza Pública de Concepción (la actual
Plaza de Armas de Puno), como muestra de lo que les pasaría a aquellos que
renegaran de la corona española y del Papa e, incluso, tuvieran la osadía de
rebelarse.
El mismo virrey, unos meses
después, sobre el suceso, escribió: “Hice derribar la población de Laicacota,
sin embargo, de constar de más de 2,000 casas, por haberse fabricado contra las
Ordenanzas sobre el cerro rico y bocas de las minas, de que resultaron los
daños que se han experimentado y mandé hacer la población media legua del
asiento, distribuyendo solares a los vecinos con que biene a quedar aquella
población como la villa de Potosí”.
Esta carta, fechada el 27 de
diciembre de 1668, ofrece luces sobre el traslado de los pobladores de San Luis
de Alba hasta la actual ciudad de Puno, en donde hoy todos nos desenvolvemos; y
deja notar, además, que no hubo fundación alguna a través de ningún documento.
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Puno antiguo |
EL INICIO.- “La ruidosa sublevación de los mineros de Laiccaccota
y su sangrienta pacificación, dieron nombradía al Conde de Lemos, y le
atribuyeron la fundación de la Villa, que más tarde había de ostentar el título
de la muy noble y heroica ciudad de Puno”, escribió el maestro José Antonio
Encinas al respecto, en un ensayo histórico sobre nuestra ciudad.
Y era verdad. El virrey Pedro
Antonio Fernández de Castro, con la represión y la destrucción de San Luis de
Alba, adquirió renombre entre los altos mandos de la corona española en el
Virreinato del Perú, así como entre los indios que poblaban todo el territorio
peruano.
Todo comenzó, para él, con la
muerte de su antecesor, el virrey Diego de Benavides y de la Cueva, el 19 de
marzo de 1666. Entonces, desde España, el Rey Carlos II le dio la venia para
que conduzca las riendas del Perú; así, tras los papeleos pertinentes, llegó a
nuestra patria el 9 de noviembre de 1667.
En ese entonces, en el país,
y particularmente en Puno, dos bandos de mineros se enfrascaban en sendas
disputas. Como principal dirigente estaba don Felipe Corrales, señor de las
propiedades cercanas a la ciudad, propietario de las principales minas en
nuestra región, acompañado de más de mil personas (mineros de Puno, Potosí, y
el norte de Chile).
Informado de ello, el nuevo
virrey decidió intervenir personalmente y poner un orden definitivo. De esta
manera, descubrió la existencia de las minas de Laykakota, que en ese momento
eran regentadas por los hermanos Salcedo (José era el dueño), quienes
financiaban y eran partícipes de las intensas disputas que se habían
recrudecido entre andaluces y vascongados.
LOS HERMANOS SALCEDO .- Los valiosos documentos encontrados en el archivo del
Consejo de Indias de Sevilla descubren la trágica historia de estos dos
hermanos andaluces, uno de los cuales terminó ejecutado por decisión del Virrey
Pedro Fernández de Castro, Conde de Lemos, luego de una nefasta revuelta en
Laykakota.
Todo comienza cuando uno de
ellos, José Salcedo, conoce, se enamora y finalmente se casa con Malika, nieta
de la princesa Kusi Qoyllur y del general Ollanta. Ella le revela a José,
instigada por el amor que le tenía, la ubicación de las ricas vetas de las
minas de Laykakota, en 1657.
Es entonces que ambos, José y
Gaspar, mandan construir el centro minero hispánico San Luis de Alba. El rico
asentamiento minero les procuraría riquezas impensables a los hermanos. Tantas,
que llegaron a convertirse en los hombres más adinerados del virreinato,
llegando a poseer una fortuna de 24 millones de pesos fuertes (la moneda de la
época).
No obstante, según se dice,
su ambición por ganar posiciones sociales y políticas, así como su menosprecio
por las personas que se consideraban importantes, originó el recrudecimiento de
la tradicional rivalidad entre andaluces y vascongados, que se acentuó en la
rebelión indígena de la Paz, en 1661.
Muchos años después, el 3 de
agosto de 1668, llegó a San Luis de Alba, como se dijo anteriormente, el virrey
Pedro Antonio Fernández de Castro, para solucionar los problemas. Cosa que
hizo, según se dice, sin disparar una sola bala.
Luego, el 12 de octubre de
1668, los hermanos Salcedo fueron sentenciados, sus bienes embargados y dictada
la destrucción de la ciudad. De esta forma, más de tres mil hogares fueron
incendiados, el terreno de la ciudad fue asolado (echándole sal) y más de cien
personas fueron ejecutadas, mientras que otras dos mil fugaron.
FUNDACIÓN DE PUNO.- “La vida de Puno, en la historia política del Perú,
debe comenzar a contarse (…) desde la visita del Conde de Lemos, pues ninguna
importancia tuvo anteriormente y sus hechos se han perdido en las sombras de la
historia. Su fundación se debe, como dice Castelnau, a la vecindad de numerosas
minas cuya explotación fue floreciente”, escribió Emilio Romero, hace mucho, en
“Monografía del Departamento de Puno”.
Así, ya sea fundación,
declaración, establecimiento, instalación, traslación, erección de la ciudad de
Puno, nació como ciudad española en el año de 1668, según apuntan los
estudiosos, el 4 de noviembre, con una misa solemne celebrada en la capilla de
la Inmaculada Concepción, al pie de la imagen del Señor de la Agonía o Cristo
de la Bala.
LAS 7 “MARAVILLAS” DE LA CIUDAD DE PLATA QUE TODO
PUNEÑO DEBE CONOCER
Los Andes | 4NOV15
La ciudad de Puno celebra sus
347 años de fundación, de historia, de danza, de música, de guerra, de
triunfos, de arte, de cultura y de muchas otras cosas que la hacen única en la
región y en el Perú entero. Ser puneño, señores, es un orgullo.
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El bello arte de Moshò |
1.- PANDILLA PUNEÑA
En el carnaval de 1907 nace
formalmente la Pandilla Puneña con su bastonero (Guía), parejas pandilleras y
acompañamiento de una estudiantina. Los danzantes salían por las calles para
deleitar a la población.
En la actualidad, la pandilla
puneña es bailada en forma colectiva y mediante sus parejas pandilleras
derrochan elegancia, alegría y garbo, alcanzando a realizar hasta 20 figuras.
La sutil cojeada de la danza se le atribuye a su creador, a don Manongo
Montesinos.
2.- LAGO TITICACA
Considerada una maravilla
natural del mundo, el Lago Titicaca está ubicado en la meseta del Collao,
rodeando la ciudad de Puno, a 3 mil 830 metros sobre el nivel del mar. Los
alrededores del lago fueron habitados inicialmente por poblaciones anteriores a
los Incas, como los de la cultura Tiahuanaco.
Este reino fue destruido por
hordas de invasores y sus pobladores huyeron al norte. Muchos historiadores
creen que fueron los descendientes de éstos, los que posteriormente se
convirtieron en los Incas. Según la leyenda, Manco Cápac y Mama Ocllo salieron
de ella, conquistaron los territorios aledaños, considerándolo un lugar sagrado,
y luego fundaron su imperio en Cusco.
3.- FESTIVIDAD VIRGEN DE
LA CANDELARIA
La Festividad de la virgen de
la Candelaria es la celebración religiosa más importante de Puno. Fue declarada
por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad el 27 de
noviembre de 2014.
Todos los años, en el mes de
febrero, miles de devotos expresan su devoción a la virgen, no solo a través de
la fe, sino también a través de diversas expresiones culturales y artísticas,
en las que predominan la música y la danza. En el día central de las
celebraciones se presentan más de cinco mil músicos y unos cuarenta mil
danzantes.
4.- CATEDRAL DE PUNO
El templo, que ostenta el rango de
Basílica Menor, fue construido en el siglo XVII, luego de muchos inconvenientes
y peripecias. Su culminación demoró, aproximadamente, unos 80 años. Los datos
señalan que se inició en 1709 y se terminó en 1794.
Erigida en el llamado Supay
Kancha o "cerco del diablo", la Catedral de Puno se levanta en el
lado alto de la plaza, como una muestra del barroco español, en claro
sincretismo con la cultura andina, lo que le hace tener un carácter
evidentemente mestizo.
El templo es monumental:
posee dos poderosas torres de estilo romántico que, como dice el escritor
Washington Cano, están “coronadas por dos campanarios más bien de estilo
barroco”; su altura aproximada es de 30 metros, su ancho de 10 cada una y la
portada central de 15 metros.
5.- ARCO DEUSTUA
Es otro lugar de paseo
tradicional en la ciudad de Puno, llamado inicialmente Arco de la Independencia.
Está situado en el lado norte de la ciudad, a 3 cuadras al norte del Parque
Pino (al final de la segunda cuadra del jirón Independencia).
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Manco Capac desde Huajjsapata |
Es un monumento histórico
construido por los puneños bajo la dirección del General Alejandro Deustua,
quien fue Prefecto de Puno, construido en 1847, fecha que se observa en la
parte superior principal del arco, la cual es de piedra labrada con dos
glorietas laterales, una de las cuales cuenta con una pileta.
Monumento histórico
construido en honor a la memoria de los peruanos que lucharon en las batallas
de Junín y Ayacucho. Declarado Patrimonio Cultural de la Nación mediante R.M.
Nº 0928-80-ED el 23 de julio de 1980. Fue diseñado por el Arquitecto francés
Felipe Bertres a solicitud del Prefecto Gral. Alejandro Deustua.
6.- CERRITO DE HUAJSAPATA
Aledaño al arco Deustua, se
encuentra una construcción moderna en la cumbre de un pequeño cerro llamado
"Mirador", desde donde se observa la majestuosidad de la Bahía de
Puno y toda la ciudad.
El Cerrito de Huajsapata es
otro atractivo de la ciudad de Puno. Es un mirador natural de piedra caliza,
del cual se obtiene un panorama maravilloso de la majestuosidad de la Bahía, la
ciudad de Puno y del Lago Titicaca. Está ubicado a 4 cuadras de la Plaza de
Armas.
El cerrito de Huajsapata, que
significa “testigo de mis amores”, tiene 45 metros de altura y, según leyendas,
en su centro albergaría una serie de caminos subterráneos que conducirían a
Puno con el templo de Qoricancha, en el Cusco.
7.- SALIDA DEL INCA MANCO
CAPAC
El amanecer de cada 5 de
noviembre se escenifica la salida de Manco Cápac y Mama Ocllo del lago Titicaca
para fundar el gran imperio incaico. Puno es el origen de la vida y de la
civilización en América del Sur, según la leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo
contada por el cronista Inca Garcilazo de la Vega.
Una vez que salieron del lago
Titicaca, Manco Cápac y su hermana Mama Ocllo llevaron una varilla buscando la
tierra prometida por su padre, el Dios Inti (sol). La varilla se hundió en el
cerro Huanacaure en Cusco y allí fundó el imperio Inca, convirtiendo a Cusco en
el ombligo del mundo.
LA CIUDAD DE PLATA VISTA POR UN CAMINANTE
J.CARLOS FLORES | 4NOV15
Caminar por una ciudad no
solo significa ver construcciones, sino, a través de ellas, conocer algo de su
historia y, acaso, intuir sus cambios. En un recorrido se intenta dar pistas
sobre lo que pasa en nuestra ciudad. Aquí el resultado del nuestro.
Cuando la Isla Esteves era
una cárcel, era difícil salir; hoy, sin embargo, es difícil entrar. Lo que un
día fue un lugar de recreo para la familia puneña, es ahora un patio para
gringos. En el acceso a la isla, un cartel indica que se puede entrar desde las
10 de la mañana, con un tiempo de permanencia de media hora y la prohibición de
ingresar alimento o bebidas. En otras palabras, están prohibidos los paseos
familiares y solo se reciben visitas rápidas, a la manera de los turistas
japoneses.
Aún así, en la mañana, con el
sol reflejado en la orilla del lago, es el lugar y tiempo perfecto para pasear
por Puno; ciudad que, de acuerdo a las estadísticas del INEI, cuenta en el 2015
con más de 141 mil habitantes. Viendo desde dicho lugar, los puneños parecen apretujados
entre los cerros y el lago. La impresión no está lejos de la realidad, pues las
únicas zonas de expansión urbana con Salcedo, Jayllihuaya y Alto Puno, aunque,
con un débil lazo, también se puede incluir a Uros Chulluni.
La avenida Sesquicentenario
es el único camino para dirigirse al centro. Esta vía atraviesa el Barrio San
José, uno de los mejores lugares para vivir cerca del lago, pues está casi
libre del mal olor que soportan los otros barrios aledaños a la orilla.
Varios puneños aún recuerdan el
concierto de sapos y ranas que poblaban densamente esta zona. En épocas
húmedas, estos animalillos se dirigían al lago y eran triturados por cientos,
al intentar atravesar la carretera que hoy es la avenida Sesquicentenario.
Lo que era un paraíso de sapos,
es hoy el lugar de recreo que la gente de clase media y los turistas
frecuentan, gracias a las numerosas quintas instaladas en la zona; o bien es la
cancha de fulbito o vóley de los que cuentan con algo menos de dinero, pero que
se divierten igual.
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Punito al rayar el alba |
Desde dicha avenida, no se
puede dejar de ver el gran edificio de 15 pisos de la Universidad Nacional del
Altiplano de Puno (UNAP). Este logro de la ingeniería y recurso tosco de
márketing político (su impulsor se lanzó al Gobierno Regional luego de iniciar
su construcción), es todo un símbolo del poder de esta casa de estudios.
Administrativamente, la UNAP
es como una ciudad dentro de otra ciudad. Maneja un presupuesto de 136 millones
de soles de recursos ordinarios (presupuesto de apertura 2015), pero lo más
importante es que alberga a cerca de 20 mil estudiantes, gran parte de ellos
venidos de provincias.
Su presencia ha generado un
gran movimiento económico en los barrios cercanos a la universidad. Los
terrenos y casas del perímetro de la ciudad universitaria aumentaron su valor,
ya que varios estudiantes que no pueden viajar diariamente a sus lugares de
origen necesitan habitaciones que los propietarios de casas y terrenos se
apresuran a ofrecer.
Si uno obtiene una
habitación, necesita un lugar donde comer y un lugar donde comprar los pequeños
objetos necesarios para la vida diaria. Así, restaurantes baratos,
sangucherías, fotocopiadoras y cabinas de internet abundan en la zona. Y, por
supuesto, la juventud busca un lugar donde olvidar el rigor de la vida universitaria,
conocerse, reírse, bailar y amarse.
Hace algunos años, mientras
la universidad acataba una huelga, los locales de expendio de licor y
discotecas improvisadas proliferaron como hongos. Ahí, los antiguos puneños
vieron escenas antes imperdonables: chiquillas ebrias y peleas callejeras
fueron el nuevo espectáculo, el reverso a la vida ideal del estudiante. Este
enorme número de jóvenes a su cuidado nutren la vida nocturna en la ciudad y
alimentan los números locales que se resisten a mudarse del jirón Libertad.
Eso nos lleva a la avenida
Costanera, el aparente límite de un lago que se retira dejando terrenos siempre
codiciados por invasores de terrenos o algún visionario de bienes inmuebles.
Antaño, estas zonas eran inhabitables por las constantes inundaciones. El
estadio y la vieja plaza de toros marcaban los límites de lo habitable. Ahora,
son barrios con buenas construcciones donde, también, se ofrecen habitaciones
para estudiantes.
Mejor no desviarse y comer
algo, pero no hay tiempo. Se debe considerar que, para comer un plato de thimpo
de carachi, con un buen pedazo de trucha, sin atragantarse o hincarse una
espina, se necesita media hora.
El puneño promedio, ya sea
estudiante o profesional apurado por llegar a su lugar de estudio o trabajo,
desayuna un buen vaso de jugo de quinua (o, mejor dicho, mandioca con quinua)
con su pan esquinado. Para complementar, tiene queso, palta o huevo.
Encontramos varios puestos
cerca al cruce entre la avenida La Torre y la avenida Floral. A pocos metros de
esa esquina existe un activo terminal de combis para Juliaca. Además, todo
automóvil que se dirige a esa ciudad pasa por este punto. En cualquier día
laborable cientos de puneños se movilizan en dirección a los terminales de la
ciudad de Puno. La ciudad es la sede administrativa de toda la región y, como
tal, aloja a los profesionales que se desempeñan en las capitales de otras
provincias y en zonas rurales.
Todos estos profesionales y
estudiantes son los clientes de Maribel Mamani Cabrera, quien vende jugo de
quinua desde más de una década allí. Dice que mínimamente vende 100 jugos al
día. De los 100 jugos, al menos 75 son de quinua, el resto es mayormente de
cañihua y, una mínima parte, de maka. Tal es el movimiento que generan cientos
de profesionales apurados por llegar a sus centros de trabajo. Viendo así, se
puede decir que Puno es el cerebro de la región.
Si uno se dirige hacia el
mercado, desde la Plaza de Armas, verá inevitablemente la estación de
ferrocarril. Este lugar nos recuerda la enorme importancia que adquirió el
turismo en los últimos años. El tren fue el principal medio de transporte de
personas, cuero y materias primas hacia Arequipa; luego, con la construcción de
carreteras, viajar en tren dejó de ser una necesidad para ser un lujo de
turistas.
Este año se prevé el arribo
de 830 mil turistas, entre nacionales y extranjeros. Casi todos llegarán a
Puno, aunque sea de pasada. Ellos traen consigo la necesidad de buenos
establecimientos a su servicio. Aunque en los últimos años los empresarios se
animaron por construir los mejores hoteles a las afueras de la ciudad, el
cercado de Puno aún concentra buena cantidad de hoteles y establecimientos
turísticos en general.
LLegar al mercado Central un
día laborable cualquiera significa ver cómo Puno aún está a punto de ser una
“ciudad grande”. ¿Por qué? En las ciudades grandes, al menos en las peruanas,
los atascos de autos son la marca que las certifica como tal. A nuestra ciudad
le falta poco.
Entrando en el cercado de
Puno, podemos encontrar bares, restaurantes, algunas bagueterias y peñas. Las
construcciones son cada vez más ambiciosas. Con sus 11 pisos, el hotel Qalasaya
es considerado el edificio más alto de la ciudad de Puno (mientras no se
concluya el edificio de la UNAP) y es una demostración de lo dicho líneas
arriba.
Como en muchas ciudades, el
centro de Puno alterna viejas y nuevas construcciones. No es muy cómodo caminar
por las veredas angostas de las calles del centro, por eso el jirón Lima es un
alivio para el tránsito peatonal. Quizá es hora de un refrigerio. En el centro,
las salteñas se han vuelto el refrigerio favorito de cualquier oficinista. A
las 11 de la mañana, no hay nada como una salteña de masa crocante y relleno
sabroso, rodeando una presa de pollo, por supuesto, con el toque ácido del
limón.
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Atardecer |
Así se llega a la Plaza de
Armas. Este lugar casi nunca está quieto y en calma. Como hormigas, cientos de
hombres con fólderes en las manos se movilizan o matan tiempo mientras esperan
que sus trámites avancen. En estos últimos años, la Plaza de Armas ha sido
escenario de innumerables protestas ocasionadas por necesidades insatisfechas
de pobladores de toda la región.
Cuando se crearon los
gobiernos regionales, se habló bastante sobre descentralización, pero con los
años el problema de la centralización se repartió y trasladó a las capitales de
región.
Mientras en un extremo
encontramos la universidad, en el otro se reparten los mercados y terminales.
Los terrenos cedidos por el lago fueron ocupados por el terminal terrestre
interregional y los mercados más jóvenes. En la actualidad, el municipio tiene
la intención de trasladar cerca del terminal a cientos de comerciantes.
Todo paseo es incompleto y si
fuera completo sería demasiado largo. Conviene terminar el paseo en el centro
poblado de Jayllihuaya. Con sus casi 6 mil habitantes, esta zona se perfila
como una residencial. Muchos adinerados de la ciudad prefieren este lugar por
lo calmado y bonito del paisaje. Un lugar particularmente misterioso es un
castillo que se viene construyendo durante 15 años, su propietario es un
extranjero extremadamente celoso con la construcción y, aunque contrata
ayudantes, la mayoría de veces destruye todo lo avanzado por manos ajenas para
acabar todo con sus propias manos. Con seguridad, algún día será un atractivo
turístico.
El cielo puneño es cambiante
y, luego de una mañana soleada, el cielo se torna amenazante. Mejor decir
adiós.