UNA GLORIA, UN CARNAVAL, UNA
HISTORIA
Escribe: W. Jony Rodríguez Arizaca | LOS ANDES 22 feb 2015
Hablar de “Villa Socca”[1] es
hablar de aquel pueblo que a partir de mediados del siglo XX, en opinión
popular, se ha merituado el reconocimiento como la comunidad más luminosa del
arte musical del distrito de Ácora, Puno.
Pues es, sin duda, un pueblo
artístico por excelencia, que está ubicado en las orillas de la parte
occidental del Titiqaqa. Desde sus orígenes, se ha caracterizado por ser
creador de conjuntos y personalidades de gran excelencia en el campo de las
bellas artes. Como muestra, allí están sus afamados artistas, como Peruko Ccopacaty
y su hijo Aymar Ccopacati, Edgar Cutipa Arizaca; y los hombres de letras como
Domingo Llanque Chana, Justino Llanque, Walter Paz Quispe Santos, entre muchos
otros que andan por el mundo.
Aquí, más del 90% de sus
habitantes[2] tiene algún instrumento por hobby o por oficio. Y no es una
apreciación vanagloriada. Basta revisar que hasta la década del 90 del siglo
pasado, las mejores bandas de música de la región que acompañaban a los
danzantes en las fiestas del altiplano, eran también de este lugar.
Abona también su prestigio
uno de sus conjuntos más longevos de música tradicional autóctona, llamado los
“Lawa K’umus” que en los últimos tiempos ha alcanzado nada más que el título de
TRICAMPEÓN en toda la historia del concurso de danzas autóctonas de la festividad
de la Virgen de la Candelaria. Se trata de un conjunto en el que los
músico-danzantes ejecutan el instrumento musical genéricamente llamado
“Pinkillu” (Lawa K’umu, entre los socckeños) y las mujeres, a la vez de danzar,
acompañan la música con cantos armonizados de voces onomatopéyicas.
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En Lima. Presentación de la Fstividad de la Virgen Candelaria.Foto: GVC |
Precisamente, es de esta
última la que queremos dar algunos apuntes históricos. Rastreando en el tiempo,
encontramos que el origen de los “Lawa K’umus” de Villa Socca está en el
antiguo ayllu “Qullana Surupa Suq’a” que surge en Yanaque[3], a raíz de las
sucesivas olas de migrantes procedentes del Alto Perú (hoy Bolivia), más o
menos en los albores del siglo XVIII. A ellos se atribuye el haber traído el
instrumento de la zona de Potosí.
Y como es de suponer, la
región Yanaque creció en población, hasta que cubrieron prácticamente toda su
extensión. Los parientes consanguíneos recién allegados al ayllu necesariamente
tuvieron que expandir sus dominios territoriales hacia la isla Socca, que para
entonces, con el descenso del lago, había dejado una considerable extensión de
eriazos. Es así como dos de los ayllus: Qullana y Surupa, expanden sus dominios
hacia Socca a través de sus descendientes. Los del ayllu Surupa, toman el
sector Qawunsa con los Marce y los Ccalluwaris. Los de Qullana, igualmente
posesionan la franja derecha, llamada Wilaamaya, con los Quispe, los Arizaca y
otros.
Hasta donde alcanzan nuestras
investigaciones, los primeros pobladores no se desintegraron del ayllu de su
procedencia, no al menos hasta el siglo XX. Todos mantuvieron el vínculo de
consanguinidad y parentesco patrilineal.
Será hacia mediados del siglo
XVIII que se produce un hecho histórico en la zona de Ácora. Entonces se dan
las llamadas reducciones interinas pos-toledanas, seguramente promovidas por
las autoridades coloniales para su mejor extracción de tributos. Lo cierto es
que, en esta parte de la zona lago de Ácora, se constituye una gran junta de
ayllus llamada “Qullana Surupa Socca”, encabezado por los de Sakari, del ayllu
Qullana. En ella, llegan a confederarse cuatro ayllos: Surupa, Qullana Socca,
Qawayllichurani y los Urinsaya, que se constituyen a la cabezas de los Oquendo.
Allí, a semejanza de las
ordenanzas de Toledo, los ayllus no solamente son obligados a llevar sus
muertos para enterrarlos en Sakari, sino también a centralizar las fiestas y
construir (en Sakari) una capilla. Todo bajo el estricto control de sus mallkus
y jilaqatas, sometidos por la autoridad colonial.
En esta reducción, una de las
fiestas impuestas fue la del nacimiento y el bautizo de los tres niños: Jesús,
Manuel y Salvador, de la tradición occidental. Y por si fuera poco, estas
viejas tradiciones del calendario de fiestas locales, ayudan a clarificar el
proceso de desarrollo de este instrumento y la vigencia de uno de sus pueblos
cultores, que nos motiva hasta hoy. Gracias a ella sabemos ahora que, para
empezar con la temporada de la ejecución del instrumento, era precisamente esta
fiesta en donde se sacaban dos tipos de “pinkillus Lawa K’umu”: uno era
“Nuwillu” y el otro “Chacarero”, que eran exclusivamente manejados por los
ayllus Surupa y Qullana. El primero tenía el privilegio de poseer el
“Chacarero” y el segundo al “Nuwillu”[4].
Los Qullana estaban a cargo
de festejar el nacimiento de los niños y con ese motivo salían a ejecutar el
“nuwillu”; luego, a los ocho días, el bautizo corría a cargo de los Surupa,
exclusivamente ofrecido por la familia Marce, quienes tenían que festejar al
son de los “Chacareros” y llevar a los niños a Socca. Esta tradición continúa siendo
así, hasta nuestros días.
Hacia el siglo XX se observa
que los de Socca se fueron independizando, al haberse masificado su población y
al haber, quizás, alcanzado el dominio del instrumento mejor que el resto de
los componentes del ayllu. Y en verdad, la antigua Socca acrecentó su
demografía con parientes del ayllu Surupa, Qullana y finalmente con los
Urinsayas; no obstante, mantuvieron ese vínculo de ayllu hasta el advenimiento
de las reformas del gobierno revolucionario de Juan Velasco Alvarado, en que se
convirtieron en comunidades campesinas.
Este es, en síntesis, el
origen de los famosos “Lawa K’umus” de Villa Socca.
PRESENCIA EN EL SIGLO XIX
Las fiestas son una muestra
para poder determinar la antigüedad de las danzas. Rastreando las tradiciones locales
distritales, nos enteramos que en la colonia, la festividad de la Virgen de la
Candelaria se celebraba en la antigua plaza de San Pedro de Ácora, cada 2 de
febrero. Allí, todos los ayllus eran obligados a venir con una comparsa de
bailes.
Hacia el año 1886, a esta
festividad acude el ayllu Qullana Socca, con su delegación. Existe una copia de
constancia que otorga el gobernador de Ácora a don Benito Tintaya, por haber
cumplido con la festividad y haber llevado la comparsa de carnaval de Socca en
su calidad de Jilaqata.
Eran tiempos en que las
fiestas se hacían acompañar de pito y caja, de sikus o zampoñas, de chaqallos y
tarqas. Todas las formas de teatralización de acontecimientos y de danzas
típicas eran definitivamente acompañadas con formas musicales e instrumentales
de raigambre antigua. La banda apareció recién en la década del cincuenta como
un modernismo occidental, básicamente venido del lado boliviano.
No obstante, la herencia
cultural ha prevalecido hasta hoy dentro de la comunidad y para lo que fue
creado: rito a la madre tierra “Pachamama”, por la buena y feliz maduración de
cosechas, que terminaba con cinco días de baile y ritos de carnaval.
SIGLO XX, NUEVOS TIEMPOS
NUEVA HISTORIA
Desde 1900 en adelante,
sabemos por don Julián Marce Quispe[5] que los “Lawa K’umus” de Socca fueron
muy independientes del ayllu matriz, es decir, el que estaba integrado
netamente por los socckeños, aunque “otras veces, en los años veinte, dejaron
la continuidad por la presencia de los adventistas y por dedicarse de lleno a
la agricultura”.
En los años treinta, el
conjunto de “Lawa K’umus” de Socca ya era toda una representatividad de Ácora,
y simplemente se denominaba “Carnaval de Socca”. Era indispensable su presencia
en cuanta festividad hubiera. Tan es así, que muchas veces había estado
presente en la festividad de la Virgen de Candelaria de Puno, invitado
especialmente por las autoridades provinciales, acompañando a la delegación de
autoridades distritales de Ácora[6].
Hacia 1958, Enrique Encinas
Franco, decepcionado de ver la festividad de la Virgen de la Candelaria de Puno
con danzas tremendamente estilizadas y con bandas bulliciosas, contactó con los
de Socca Yanaque y las autoridades de su natal Ácora, para que en ella se lleve
un concurso similar al de Puno, pero con la diferencia que en ésta participen
únicamente danzas típicas. Y así sucedió. En la presencia de Enrique, cada dos
años se llevó el concurso, hasta 1970, y después de su muerte su sobrina Gloria
Zegarra Encinas los continúo hasta fines de los 90’[7]. Como es de suponer, en
toda esta época, en cada uno de los concursos en Ácora, los “Lawa K’umu” de
Socca, participaron ininterrumpidamente.
En los sesenta, la música y
la danza del carnaval de Socca ya era muy conocida como una de las más importantes
estudiantinas puneñas. El Centro Musical Theodoro Valcárcel (fundado en 1955),
ya las había incluido en su primer y famoso disco «Música de los Andes
Peruanos», producido en Lima el año 1962, para el sello Sono Radio. En
adelante, esta misma institución artística, entre 1962 y 1965, se encargaría de
difundir el carnaval de Socca a través de las presentaciones artísticas en la
versión estudiantina y elenco de danzas puneñas, realizando importantes viajes,
inicialmente a la ciudad de Lima, luego a la república de Bolivia y finalmente
a México y el mundo entero, de manera que la música, danza, coreografía y
trajes del carnaval de Socca, ya habían paseado por todo el globo.
En cierta manera, estas
presentaciones y actuaciones en televisión han hecho posible que José María
Arguedas, gran estudioso del folklore, le tomara muchísimo interés al asunto,
comentando que Puno ayudó a descubrir al Perú indígena. Para ello, como se
sabe, él mismo tuvo que viajar a Puno para constatar la belleza y variedad del
folklore local. Y no dudó en calificar a Puno como “La otra capital del Perú”,
es decir, la capital del folklore, en un artículo muy significativo que publicó
a página completa en el diario «El Comercio», el 12 de noviembre de 1967.
Regresando a nuestro tema, y
de acuerdo con las pesquisas del profesor Mariano Quispe Machaca[8], para 1960,
se consolida un grupo más compacto formado al calor de la juventud socckeña de
esos años y el entusiasmo de la comunidad. Con ella iniciarían su promisoria
carrera en la segunda mitad del siglo XX.
Hacia 1962, la cohesión de
sus miembros y una mejor predisposición para convertirse en una organización
competitiva, motivó que constituyesen su primer acta de trabajo orgánico, y
así, el mismo año participan de la festividad de la Virgen de Candelaria de Puno,
en donde se vieron engalanados con presentes y estadía de varios días.
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Foto: tomada de Los Andes |
De esa década hay que tomar
en cuenta también, que uno de los más importantes esfuerzos por mostrar la
«Cultura dancística puneña» la asumió el Dr. Enrique Cuentas Ormachea, cuando
fue Presidente del Instituto Americano de Arte de Puno. Él también, como otros,
contactó con el conjunto de Socca. En 1962 los invita y los lleva a Arequipa.
Allí habría estado José María Arguedas, Sergio Quijada Jara, entre otros de los
estudiosos del folklore. Más tarde, Cuentas Ormachea apuntaría en su libro
“Presencia de Puno en la cultura popular”, que los de Socca, en 1964, eran uno
de los doce conjuntos que habían participado en el concurso de danzas
autóctonas.
Hechos como estos fueron un
gran impulso para que los Socckeños se organizaran mediante una institución
sólida, que los ayudó a conservar sus tradiciones, costumbres y modos de vida.
En los setenta, por
influencia de muchos de sus integrantes y a la vez músicos de la banda,
ingresan al conjunto algunos instrumentos como la tarola y el bombo de banda,
pues hasta entonces -el carnaval de Socca- solamente era ejecutado por el
instrumento típico llamado “kaja”.
Los ochenta fue la época de
la fiebre musical por el gusto de los “Lawa k’umus”. Su música se expande a la
zona centro del distrito de Ácora. Aparecen, entonces, otros conjuntos de
chacareros en distintas comunidades.
Documentalmente, la
particularidad de este conjunto ha sido incluida en diferentes publicaciones de
índole etnomusicológica, entre la década del 80 y finales del siglo XX. Le
dedicaron sus plumas destacado historiadores, antropólogos, etnomusicólogos,
folkloristas, periodistas y fotógrafos. Acá un breve resumen de ello:
En 1981, el acoreño José
Portugal Catacora hace mención del carnaval de Socca en su libro “Danzas y
Bailes del Altiplano”. Igualmente lo hace Enrique Bravo Mamani, en su libro
“Riqueza de las Danzas puneñas”, editado en 1984.
1990, Fermín Ardiles, en su
monografía de Ácora, le dedica una página entera al carnaval de Socca.
1992, investigadores de la
Pontificia Universidad la Católica del Perú –Lima, a través de su equipo
liderado por el antropólogo Raúl Romero, registró a los “Lawa Kúmus” de Socca
en un valioso documental. Dicho material actualmente se encuentra en los
archivos del Centro de Documentación del CEMDUC, de esta casa universitaria.
Esto constituye una verdadera joya artística del magnífico álbum hecho por la
PUCP.
Por el mismo año, el concurso
de Danzas organizado por la fundación Enrique Encinas Franco, en Ácora, fue muy
bien informado y comentado por los medios de prensa más importantes de la
época, como El Comercio y Caretas de Lima, y también por los diarios de Puno.
En ellas el carnaval de Socca fue muy bien reconocido, con excelentes
comentarios de, por ejemplo, Alfonsina Barrionuevo, entre otros periodistas e
intelectuales, que supieron apreciar y valorar la calidad, variedad musical y
coreografía de este conjunto.
En 1993, Amadeo Calcín
presenta un estudio etnomusicológico del instrumento musical, en el Congreso
Nacional de Folklore, llevado en la ciudad de Huancayo.
En 2002, investigadores de la
Escuela nacional Superior de Folklore “José María Arguedas” de Lima, le
dedicaron un video documental y, diez años más tarde, el 2012, también le
dedicarían a los “Lawa K’umus” de Villa Socca una muy bien resumida referencia
cultural, con fotografías a full color, en su álbum “Danzas y Estampas
Autóctonas de Puno”.
El 2014, Humberto Ccopa
Balcona le dedicó dos páginas enteras en el Dominical del Diario Los Andes
(09-02-2014).
El 22 de enero de este año
(2015), parte del conjunto viajó a la ciudad de Lima, por invitación de las
autoridades regionales y del Ministerio de Cultura, a fin de participar en el
recibimiento oficial de la declaratoria de Patrimonio Cultural e Inmaterial de
la Humanidad de la festividad de la virgen de la Candelaria, dada por la UNESCO
el 27 de noviembre de 2014 en Paris, Francia. Con tal motivo, también
aprovecharon para hacer el lanzamiento nacional de dicha festividad. De su presentación
artística, los “Lawa K’umus” han merecido muy buenos comentarios de parte de
los periodistas e intelectuales, tanto en los medios de prensa escrita y
televisiva de la capital peruana.
Mucho de lo que significa la
popularización de este conjunto, tiene que ver también con la grabación de
cintas de casetes o cassets. Si bien es cierto que desde la década del
cuarenta, la creciente industria del disco de acetato se interesó por grabar
música andina en sus distintas variedades, no hay vestigios de que estas
empresas se hayan interesado por registrar la música indígena.
Socca grabó, con sus propios
peculios, tres de esos recordados cassets; una a mediados de los noventa, para
el sello la “Kantuta” (no lleva sello ni registro industrial); otra para el
estudio de grabaciones y producciones Alfa, de la ciudad de Ilave, en el año
2000; y una tercera de la cual, por el momento, no podemos precisar la fecha.
Años más tarde, entre 2007 y 2011, vendrían dos nuevas producciones en formato
de video clip.
LOS AÑOS DE TRIUNFO
Los mejores trofeos obtenidos
por este conjunto, engalanan la municipalidad de Socca. Sería larga la lista,
de enumerarlos. Solo diré que en la historia del concurso de danzas autóctonas
de la festividad de la Virgen de la Candelaria, que data desde 1964 hasta la
fecha, han ocupado los más merecidos puestos, los cuales han merituado que sean
reconocidos con distinciones y resoluciones por diferentes instituciones
nacionales e internacionales, que dimensionaron como se debía la importancia de
su trabajo.
Sus logros más recientes, a
nivel regional, se dieron en los años 2006, 2009 y 2014, al haber ganado los
primeros puestos, coronándose así con el título de tricampeón regional.
A nivel distrital tienen
ganados innumerables primeros puestos. Los premios obtenidos van desde el
trofeo Sank’ayo de oro, hasta un modesto ganado vacuno.
A nivel interregional, tiene
ganados dos primeros puestos en la ciudad de Tacna y un primer puesto en
Arequipa. En aquellos certámenes merecieron diplomas de honor y distinciones
como el mejor conjunto de este género carnavalero.
A nivel internacional,
finalmente, tiene una resolución municipal de reconocimiento como huésped
ilustre del pueblo de Charasani, en el hermano estado plurinacional de Bolivia.
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[1]
Es un centro poblado relativamente grande perteneciente a la jurisdicción del
distrito de Ácora, Provincia y Región Puno. Tiene una belleza especial, tanto
por su pintoresca geografía como por la cultura agraria y piscicultura
desarrollada por su gente.
[2] Sus más de cinco mil habitantes, tienen esas extraordinarias virtudes para
aprender todo tipo de música a simple vista.
[3] Región territorial que comprende casi toda la zona lago del distrito de
Ácora.
[4] instrumento musical, pariente del lawa k’umu y de mayor tamaño.
[5] Informante oral y descendiente del ayllu Surupa, en entrevista hecha el
04-02-2015.
[6] Julián Marce Quispe, socckeño de 92 años de edad. En: entrevista hecha el
04-02-2015.
[7] Aurora Encinas Franco de Zegarra, en: Enrique Encinas Franco, 1994, págs.
38, 39.
[8] Integrante de los Lawa K’umus y presidente del mismo por varios periodos.
Entrevista hecha, el 20 de febrero de 1997.