lunes, 6 de agosto de 2012

Titicaca, el lago que apesta

EMERGENCIA. El espejo de agua del Titicaca, otrora cristalino y transparente, hoy luce una mancha verde que se va extendiendo como un cáncer sobre la superficie del lago.

 
 Desde las cloacas de la ciudad de Puno cada segundo se arrojan 150 litros de aguas 
residuales sobre el Titicaca. Toneladas de desechos matan la flora y la fauna lacustre en 16 kilómetros cuadrados. Un olor fétido invade los barrios que miran al lago, y cuando la brisa sopla, la pestilencia cubre la capital del Altiplano. Quien ahora recuerde la añeja ocurrencia escolar: “Titi” es la parte del lago que le corresponde al Perú, mientras que la otra… pertenece a Bolivia, está completamente equivocado. El maloliente panorama que se describe en esta nota revela lo contrario.


  Por Liubomir Fernández. Domingo de LA REPUBLICA, 05 de agosto de 2012
El único pato avistado cerca del embarcadero Banchero Rossi flota sobre la superficie del agua, verde, lechosa, maloliente. El animal patalea, intenta nadar, pero no avanza. Insiste y no lo consigue. Ante tanto esfuerzo avanza unos centímetros. Se detiene y mira de izquierda a derecha como si algo le comenzara a preocupar. Se percata de nuestra presencia, y de inmediato sumerge la cabeza como queriendo escapar de una inminente captura fotográfica. Segundos después regresa a la superficie con la cabeza y la espalda manchada con un lodo negrísimo. Nuevamente patalea con insistencia como queriendo salvar su vida. Finalmente se pierde en medio del totoral.

 El área donde dejamos al ave está dentro de los cuatro kilómetros cuadrados de la bahía del Titicaca que registran una contaminación altísima y sin precedentes. La causa de la contaminación son las aguas servidas de la ciudad de Puno que son vertidas en esta parte del lago. Hay otros doce kilómetros cuadrados que también presentan el mismo problema, aunque en una dimensión menor. El biólogo Gílmar Goyzueta Camacho explica que la penosa escena que protagonizó el pato es consecuencia de la contaminación orgánica y bacteriológica provocada por las aguas residuales de los propios puneños. “El principal indicio de este proceso es la aparición de la lenteja de agua”, dice Goyzueta.
 La abundancia de la lenteja verde de agua y de otras plantas acuáticas son bioindicadores de lo altamente contaminado que se encuentra el río. Al crecer esta vegetación cubre el espejo de agua debido a la alta concentración de fosfatos y nitratos que abundan en el lago. Estas plantas, que durante años se mantuvieron sobre la superficie y que eran retiradas de manera mecánica, finalmente han provocado la desaparición de la flora y la fauna lacustre.
 “Si bien ya no es visible la lenteja de agua sobre la superficie del lago, dentro hay miles de toneladas de lodo y desechos que generan mal olor; las aguas han perdido su capacidad de renovación debido a la falta de oxígeno. No hay vida allí”, asegura un preocupado Goyzueta.
 La existencia de fósforo y nitrato (desechos fecales) en la bahía es consecuencia directa del colapso de las dos lagunas de oxidación adonde van a parar los desechos de los puneños que cuentan con el servicio de desagüe. Estos reservorios están ubicados en la isla de Espinar, al extremo sur, y a la salida de la ciudad de Puno. Fueron construidos afanosamente con la idea de tratar las aguas de los desagües de los habitantes en los años ochenta. Se escogió ese lugar porque estaba alejado del centro de la ciudad.

 Nunca se pensó que las lagunas de oxidación iban a terminar siendo un problema. Hoy, los 28 mil 687 hogares con servicio de desagüe expulsan sobre el Titicaca 150 litros por segundo de aguas residuales. Esta intestina evacuación sobre el lago más alto del mundo data de hace más de veinte años, y ha manchado de un verde oscuro lo que antes eran aguas cristalinas, transparentes. “Esa es la razón por la cual ha desaparecido la flora y fauna del lago. Y las pocas aves que quedan están desapareciendo de a pocos. Ni qué decir de los peces. En la bahía han desaparecido por completo”, señala el biólogo Alfredo Ucharico Urruche.
 EMSA Puno, entidad encargada de suministrar agua a la población y responsable de administrar las dos lagunas de oxidación, tiene una explicación particular sobre el proceso de contaminación: “El problema es que existe una acumulación de lodos (heces fecales). Al haberse copado la capacidad ya no se puede retener la cantidad de líquidos para ser tratados de manera natural”, explica Rogelio Flores Franco, presidente del directorio de este organismo.

 El colapso de las dos lagunas no solo es un atentado para el ecosistema del Titicaca, también es un problema de salud pública. Cientos de familias de 15 barrios asentados frente a la isla Espinar respirarán los fétidos olores que brotan de las lagunas y que la brisa del lago empuja como ventilador hasta sus hogares. Cuando el calor es intenso y las corrientes de aire soplan con fuerza, el mal olor llega hasta el mismo centro de la ciudad.
 “Por esta zona ya no se puede vivir. El ambiente es insoportable. Lo peor es que nada se hace. Lo más grave es que este lago, nuestro mayor valor turístico, está siendo seriamente afectado”, dice, molesto, Rolando Roque, vecino del barrio Chanu Chanu. “En días soleados la cosa es peor, e incluso te duele la cabeza luego de respirar tanta pestilencia. El Titicaca se está muriendo de a pocos”, advierte un joven que se cubre la nariz con papel higiénico perfumado para disipar la molestia que provoca respirar en esa atmósfera pestilente.

 Cuando Alberto Lescano Rivero, presidente del Centro de Desarrollo Ambiental y Social (CEDAS), reveló el alto grado de contaminación del lago, y su voz tuvo resonancia internacional, logró que la organización alemana Global Nature Found declare al Titicaca “Lago amenazado”. Esta nominación ha abierto la posibilidad de que organismos internacionales financien proyectos para descontaminar el espejo del agua. Ahora falta que las autoridades locales destierren su indiferencia y lideren una campaña para descontaminar la bahía del Titicaca.
 “Si esto continúa así, la situación va a empeorar. La contaminación ha comenzado como un cáncer en la bahía y amenaza con expandirse hacia el lago mayor”, advierte Alberto Lescano.
 Lescano ha propuesto que EMSA Puno construya una nueva planta de tratamiento de aguas residuales.
 Rogelio Flores asegura que el proyecto se encuentra en etapa de factibilidad y que será una realidad el próximo año. La población no está en contra del proyecto, pero tampoco quiere que la nueva planta se construya cerca de la bahía, pues temen seguir siendo víctima de los olores fétidos. “Nada de eso va a ocurrir. Las plantas modernas no botan olores”, asegura Flores.

 Una mirada al pasado
 En los años ochenta la bahía interior del lago Titicaca era muy distinta. Entonces la calidad de agua del lago era tan buena que se trataba de una verdadera fuente de vida. Peces nativos, como carachi, boga, pejerrey y suche, podían ser vistos y pescados a pocos metros de la orilla. Cientos de aves residentes y migratorias ofrecían todo un espectáculo al amanecer. Las parihuanas, de color blanco y rosado, patas largas y pico curvo, levantaban vuelo con los primeros rayos de sol en busca de alimento en los bofedales.

 Los patos graznaban y se desplazaban sobre la superficie del lago con absoluta libertad. El zambullidor del Titicaca nadaba y se zambullía a sus anchas. Los gansos andinos caminaban en pareja por las orillas. Por esos años también era común ver competencias individuales de natación en las aguas del lago. De aquellas escenas hoy no queda nada.

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